jueves, 25 de abril de 2013

Sorpresas

Nadie sabe lo que vio en él, pero nadie creía lo que podían ver con sus propios ojos (ni él mismo acababa de creerlo): el tipo con pinta de vagabundo, con el  mismo estilo que Barragán el cómico de los 80, poco higiénico, sucio... Se estaba llevando a la chica (o más bien la chica se lo llevaba a él) por la que se formaban charcos de baba en el local, la que provocaba tortícolis en los hombres y envidias en las mujeres. 

Tal vez era por eso último, por lo sucio, por lo bruto... Tal vez fuera así en todos los aspectos de su misera vida, y fuera eso lo que ella buscara: alguien sin miramientos, sin modales, un animal. ¿Quién sabe? Los caminos de la mente son inescrutables y nadie estuvo en aquel cuarto, de aquel piso en la tercera planta para saber lo que realmente ocurrió. 

Lo que sí se sabe, es que a la mañana siguiente el bajó las escaleras temprano, con una sonrisa de oreja a oreja. Unas horas más tarde ella contoneó sus curvas hasta el portal del edificio, como si nada hubiera pasado. Lo que sí se sabe es que nunca volvieron a dirigirse una mirada, ni a hablar, todo volvió al establecido orden social donde una sex symbol no se percataría jamás de la presencia de un semi - indigente en un bar del centro. Lo que sí se sabe, es que aquel suceso nunca se lo podrán explicar los "afortunados" testigos. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Olfato


El olor a canela inundaba la habitación, envolvía cada libro de la estantería, la desmesurada cantidad de papeles encima del escritorio... Se metía entre tu pelo, jugueteaba entre las sábanas y se podía oler incluso en tus pechos.

Y yo, celoso. Es estúpido, pero sí... celoso. Porque ese olor te rodeaba como yo no puedo, ese maldito olor acariciaba tu anatomía como las yemas de mis dedos no pueden hacerlo. La verdad es que no sé si se puede estar celoso de un olor, pero es que hacía desvanecer el olor de tus gemidos, ocultaba el olor de nuestro sexo, el de nuestras caricias.

De repente una explosión; perfume a clímax que rebosaba y los cinco sentidos presentes: el tacto de tu piel erizada, los decibelios de tu orgasmo, tu cara iluminada de placer, el sabor del buen sexo, y... ese perfume.

miércoles, 27 de junio de 2012

Noches de Verano


No conseguía dormir, tenía el asfixiante calor de julio sobre su piel y se sentía pegajoso, sucio. Ni una mínima brisa entraba por la puta ventana. Con la persiana abierta podía ver la nube de mosquitos que rondaba la farola de afuera, con su deprimente luz anaranjada, parpadeante. Esa nube de mosquitos que lo acribillarían y que zumbarían en sus oídos en el momento en que cerrara los ojos.

No pudiendo dormir, dejó que su mente elucubrara sus fantasías más prohibidas. Un pensamiento pasó por su cabeza: ¿por qué no hacerlas realidad? Es impresionante lo que el calor combinado con una mente enferma puede llegar a crear. Podía oír los molestos y odiosos ronquidos de sus padres en la otra habitación, esa asquerosa banda sonora que había acompañado sus noches durante 33 años.

Se levantó y se dirigió a la cocina sin molestarse en buscar las zapatillas. Podía notar la suciedad del suelo adhiriéndose a la planta de sus pies. Un suelo que competía en inmundicia con los calzoncillos que lucía mientras caminaba lo más sigilosamente que su cuerpo obeso le permitía.

Su oronda barriga llegó a la encimera antes que sus pies. Examinó varias piezas del cuchillero y finalmente se decantó por el que su madre utilizaba para trocear el pollo. Con el acero en sus manos puso rumbo hacia el cuarto de sus padres, pero a medio camino una vocecita resonó en su cabeza:

-          ¡Piensa en lo que vas a hacer, inmunda bola de sebo!  
-          Es verdad, esto no está bien, esto no está nada bien – le contestó
-          ¡Claro que no está bien imbécil! ¿Qué crees que te harían cuando se den cuenta? ¿De quién sospecharan sino de un maldito desecho como tú?
-          Tienes razón, todo esto es una estupidez…
-          Sin embargo…Nadie echará de menos a la señora García. Nadie podría acusarte, nadie tendría pruebas…

Y la vocecita se calló. Se calló, pero ya había plantado la semilla. Una sonrisa se dibujó en la redonda cara de bobalicón mientras habría la puerta de la calle y subía las escaleras, a paso lento, tranquilo, sin pensar que cualquier vecino que saliera o llegara podría verlo, arruinando su plan. Pero ¿quién va a salir a las 4 de la mañana en una comunidad de vecinos con una media de edad de 70 años? Claro.

Ya estaba sudando cuando llego al tercero. Su corazón, tan grande como el de una vaca, latía con una fuerza desmesurada, y el aire entraba y salía entrecortado de su boca, pasando entre sus amarillentos e incompletos dientes. No sudaba, ni tenía taquicardia, ni respiraba así por los nervios, no. No estaba acostumbrado a subir tres pisos de escaleras.

Llamó al timbre una vez. Dos. Tres. Luego escuchó el rozar de las zapatillas de la señora García. Esa vieja bruja que una vez le tiró un cubo con lejía porque estaba jugando a la pelota bajo su ventana. Se sintió observado mientras veía el cambio de luces que se producía en la mirilla de la puerta.

-          ¡Pero que carajo! ¿Se puede saber que haces llamando a estas horas muchacho?
-          Lo siento señora García, es que mi madre está muy enferma, tiene que ayudarnos, no sabía a quién… - se vio interrumpido por el crujir de las bisagras. Estaba sorprendido de todo lo que había balbuceado sin pensar, tenía buenas dotes de actor.

En cuánto la puerta estuvo a medio abrir, la empujó con la fuerza que le daba su corpulencia, y entro con la escasa velocidad que esta le permitía. Cerró inmediatamente y se abalanzó sobre la anciana caída antes de que reaccionara y empezara a gritar. Asestó un primer golpe, luego otro y otro, hasta que sus flácidos músculos no le dejaron seguir.

Cuando acabó se detuvo a pensar en lo que había hecho y llegó a la conclusión de que se había puesto hecho un auténtico asco, así que se dio una ducha. Por el desagüe fluía la sangre reciente y la mugre acumulada de varios días sin darse una ducha. Mucho más tranquilo, cruzó el pasillo pasando por encima del cadáver con mucho cuidado de no pisar el creciente charco de fluidos. No quería dejar un rastro de huellas que llegará hasta la puerta de su casa.

Una vez en la cocina de su casa lavó y guardo el cuchillo en el cuchillero. Tanto ejercicio le había dado hambre, así que de vuelta a la cama engulló un bollo de crema que no llegó ni al salón. Totalmente relajado se tumbó en la cama, y ahora ni el sofocante calor de julio, ni la nube de mosquitos que se cebarían con su descomunal cuerpo podrían quitarle el sueño.

Con una disimulada sonrisa, nata en la comisura de la boca y abrazado a la almohada se dejo acunar por Morfeo. 

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿A qué saben tus labios?


A gritar todo lo que tienes guardado ante un mar azul en calma, donde el horizonte se confunde con el cielo. Gritar hasta desgañitarte la garganta, vaciar de represalias el corazón, quedarte a gusto y acabar con una sonrisa de satisfacción

A lo que viene tras una noche de frío, en la que por mucho guante de lana se te hielan los dedos, en la que por mucho abrigo los huesos se te quiebran. Esas noches en las que la nariz desaparece y en las que solo se te ven los ojos. Esas noches, tras las cuales el vapor de la ducha impide los reflejos, en las que las mantas son el mejor invento del mundo y el calor humano es una divina bendición. 

A el primer día de playa, después de un curso agotador, cuando te tiras en la arena con la sensación de que puedes hacer el vago sin sentirte culpable. El sol calienta, y en cada gota de sudor se evapora poco a poco el estrés acumulado. 

A sexo de buenos días un domingo por la mañana, cuando recién despiertos decidimos terminar de deshacer la cama. Cuando el desayuno sí que sirve para reponer fuerzas, cuando las duchas, recién levantados, sí que están justificadas. 

A todo eso y mucho más.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Porno de colores

Giro de llave, la chaqueta al perchero, y como en el argumento de una película porno barata intento poner mi voz más varonil y grito: "¿Hace falta aquí un fontanero? Porque traigo una cañería bien gorda". Una risa precede a tu cara por la puerta del salón y vienes a recibirme.Ya tenía bastante claro que esa frase no era la más erótica pero, o eso, o estabas caliente antes de que llegara, porque lo apasionado de tu beso tenía todas las intenciones de despertar algo en mis pantalones. 

Ni cama, ni sofá, ni encimera... ¡Escalera! Escalera de color. El color de tus labios, de nuestras ropas aterrizando en los peldaños, el color de tus pezones repletos de sexo, el rojo de tus rodillas sobre el parqué y de tus labios buscando mi sur. 

Buscamos el cuarto a empellones y arrasando con todo caemos en la cama para seguir con los colores. Esta vez con el más verde de los números, ese que no llega a 70. Placer mutuo, placer a la par, un placer que no nos deja gemir porque no se debe hablar con la boca llena. Con las papilas gustativas gastadas pasamos al naranja de tus sábanas donde nos enredamos y cariño, no esperes que después de tanta emoción tarde mucho en dejar mi mente en blanco

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mujeres

Hay mujeres de pago, hay mujeres de una noche, hay mujeres que hacen marionetas de los hombres... 
Pero también hay mujeres, que con tan solo mirarlas te hacen desear pasar la vida en sus brazos. Dormir sobre su pecho al ritmo de su respiración, con sus latidos como banda sonora. Mujeres con las que disfrutar de las siestas más estúpidas e inesperadas, con las que pelearse por la manta es un bendito placer. Mujeres con las que el sexo cada vez es más interesante y con sorpresas nuevas cada vez, en las que da gusto beber de sus labios y saciarse en su vientre.

Mujeres hay muchas, pero solamente una que lo tenga todo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Dormir juntos

Adicto a verte despertar, me sofoco si no consigo mi dosis.  Que me muerdas en los labios solo consigue aliviarlo temporalmente, pero no hago más que anhelar el momento en que cada fin de semana, nos metemos en la cama y compartimos nuestros cuerpos. Es entonces cuando recuperamos el tiempo que perdimos.

¡Apaga la luz!